jueves, 5 de febrero de 2015

Una nueva vida (Asahi Azumane x Lector)



Capítulo 2




Estaba comenzando a enamorarme de él…


Ese día dormí fatal. Le estuve pegando muchas vueltas al asunto. Y para colmo, me había levantado con el pie izquierdo ese día. Llegué tarde a la escuela. Me dormía en clase. Los profesores me llamaron la atención. Las chicas del otro día pasaron de mí y parecía que me evitaban. Era un día de perros…

Mi salvación fue el timbre de fin de clases, cuando sonó me sentí aliviada, como si me hubiera quitado una carga de encima. Suspiré.


“¿Ah? ¿Tienes mal de amores?” me dijo Asahi mientras recogía al verme suspirar.


“¡¿Q-qué?!¡Por supuesto que no!” me sonrojé.


“Bueno, ya sabes lo que dicen: cuando alguien suspira es que sufre de amores.” rió.


“Sólo tengo un mal día…” dije perdiendo la mirada en el suelo.


“Todos hemos tenido un mal día alguna vez.” Intentó animarme. “Qué, ¿hoy te vendrás a vernos?”


“Ah, lo siento, tengo un trabajo de clase bastante atrasado…” mentí. Su cara se apagó. “Tal vez mañana.”


“Bueno, pues espero que puedas acabarlo lo antes posible.” Volvió a sonreír. 
“Recuerda, en el club siempre habrá un hueco para ti. ¡Hasta mañana!” dijo saliendo por la puerta.


Qué palabras tan amables. Y luego lo tratan de delincuente. La gente hoy en día sólo se fija en las apariencias…


Cuando salí de clases, fui a dar un largo paseo por todo el barrio y despejarme de todo. Caminaba sin fijarme dónde iba, a menudo daba vueltas por el mismo sitio, sólo estaba evadida en mi mundo para así sentirme mejor. Sin darme cuenta, así pasé toda la tarde, y entre rodeos y rodeos, topé con uno de los del club de volley. Pelo gris, y un lunar que le caracterizaba en su mejilla izquierda. Era un chico bastante amable y siempre se preocupaba de los demás. ¿Cómo se llamaba? Mmmm… Creo recordar que su nombre era Kôshi Sugawara. Él también se percató de mi presencia y se dirigió hacia mí.


“¿Qué tal llevas ese trabajo?” dijo, soltando una sonrisa pícara, como si supiese que aquello fue una excusa.



“Bueno...” dudé.


“Tranquila, no se lo diré a los demás.” dijo guiñándome el ojo. “Lo que me extraña es que estés paseando a estas horas”.


“Esto… El tiempo voló. Sin darme cuenta…” volví a dudar. Me sentía muy mal por haberle mentido a Asahi.


“¡Por cierto!” añadió antes de irse. “El fin de semana pensábamos ir todos los del club a un karaoke, ¿te apetece venir?”


“Pero si yo no soy del…”


“Eso no importa.” sonrió. “¿Vendrás?” Se hizo unos segundos de silencio mientras me lo pensaba cuando Kôshi añadió, dándome golpecitos con el codo: “Asahi vendrá.” No pude evitar sorprenderme por ese comentario a la vez que me ponía roja como un tomate. Luego él se rió y añadió un <<¡lo sabía!>>. “Tranquila, tu secreto conmigo estará a salvo.” Me giñó el ojo. Seguidamente me dio las buenas noches y siguió con su camino. Me quedé un poco atónita sobre lo ocurrido pero en cuanto volví en mí, me fui a casa inmediatamente.


Al día siguiente, fue un día de lo más normal en mi rutina diaria. O al menos hasta que llegué al instituto. En la entrada del instituto me topé con Asahi, Kôshi y el capitán del equipo de volleyball. Y cómo no, salió el tema del karaoke.


“¿Al final te lo pensaste, (nombre)?” me dijo Kôshi.


“Bueno, no sé, es muy repentino…”


“¡Será divertido!” sonrió Asahi.


“No tiene gracia si somos pocos.” añadió Daichi.


“Está bien, vendré…” me sonrojé. Los tres se alegraron de oírlo. Mañana era sábado… Ni siquiera me conocía todos los nombres del club, ¿cómo se supone que iba a interactuar si casi no sé nada sobre ellos?

Ese día fui a su entrenamiento y todos parecían rebosantes de energía. Comentaban sobre la quedada de mañana y surgían nuevos posibles planes: que si primero cine, mejor recreativos, etc., el karaoke lo querían reservar para las primeras horas de la noche.


Ese día, Asahi también me acompañó andando a casa. Estuve callada durante todo el trayecto, ausente en mis pensamientos.


“Hoy estás más callada de lo habitual. ¿Ha pasado algo?” dijo mientras me buscaba los ojos que yo tenía pensativa clavados en el suelo.


“Lo siento…” sólo pude contestar.


“¿Por qué?”


“Ayer… Ayer te mentí, no tenía ningún trabajo, yo sólo… Sólo quería estar sola…” comencé a sollozar.


“¡¿P-por qué lloras?!” se sorprendió. Yo sólo podía continuar sollozando.


Él resopló y luego me abrazó. Enrojecí.


“Tranquila, ya lo sabía.”


“¡¿L-lo sabías?!” me sorprendí. En ese momento me di cuenta de lo cerca que estaba de él. Me quedé algo atontada mirando gesticular sus labios mientras me hablaba. No me estaba enterando de nada de lo que me estaba diciendo.


Sólo tenía ganas de besarle.

Continuará...

jueves, 22 de enero de 2015

Una nueva vida (Asahi Azumane x Lector)


Capítulo 1




Era mi primer día en ese instituto...

 ...Y había sido trasladada a mitad de curso debido al trabajo de mis padres. Comenzó con una tímida presentación de mi parte en frente de la pizarra y el profesor me asignó una mesa del fondo que estaba libre. Cuando se me asignó, todos comenzaron a murmurar algo, pero el profesor enseguida los hizo callar. A alguno se le escapó un <<pobrecilla>> o un <<qué mala suerte tiene>>.


Como no tenía libro para la clase, le pedí  al chico de mi izquierda que si podía compartir el libro conmigo. Cuando se giró para responderme, pude notar su terrorífica aura que hizo que me recorriera un escalofrío de arriba a abajo. Era callado. Parecía mayor y haber repetido, era castaño y llevaba el pelo recogido en un moño alto. También llevaba perilla. La verdad es que era bastante guapo…


Él se dio cuenta de que le estaba observando y dirigió su aterradora mirada hacia mí.


“¿Cómo te llamas?” me dijo con algo de timidez. Me sorprendió mucho que me hablara primero.


“(nombre).” dije, aún sin bajar la guardia. “¿El tuyo?”


“Asahi Azumane.” me dijo dedicándome una tímida sonrisa. En esa sonrisa pude ver que detrás de esa apariencia, se escondía un chico dulce y algo tímido. Así que dejé de sentirme aterrorizada.


No hablamos mucho, el primer día, además, él parecía tener sus amigos… Yo, en cambio, me sentía más sola, no conocía a nadie… Pero el segundo día se me presentaron dos chicas en mi escritorio y me pidieron comer con ellas. Me comentaron que Azumane era de una banda de yakuzas y otras cosas más muy extremas… Me parecieron demasiadas cosas para una persona, así que no decidí creérmelas hasta que no lo comprobara por mí misma.


Ese día, decidí seguirlo desde que acabamos las clases. Decían que se reunía con unos matones en el gimnasio para pelearse cada día. Cuando vi que se dirigía hacia allí casi me dio ganas de abandonar, pero me hice fuerte de corazón y entreabrí la puerta para espiarle. Mi sorpresa fue bastante grata: se ve que estaba apuntado al club de volley de la escuela. Me quedé tan atónita que no me di cuenta de que el profesor encargado de la actividad me descubrió y me hizo pasar. Algunos integrantes del grupo venían eufóricos hacia mí porque creían que era una admiradora secreta de alguien de ellos, yo sólo pude decir que estaba de paso.


“Ah, esa chica se sienta a mi lado en clase.” dijo Asahi. “Creo recordar que se llamaba… (nombre), ¿no?”


“¿Te acuerdas de mí?” le dije sorprendida.


“¡Normal, eres muy guapa!” dijo un chico con la cabeza rapada, con aire entusiasta. Su nombre era Tanaka Ryuunosuke. “¿Es una admiradora tuya, Asahi?”


“No, no creo.” dijo mirándome. “¿Buscabas algún lugar en concreto?”


“Ehm… No, no, tranquilo, sólo estaba paseándome pro la escuela como vuelta de recono-cimiento…” me esmeré en mentir. “Creo que es mejor que me vaya…”


“Puedes quedarte a vernos entrenar, si quieres” propuso un chico alto con el pelo corto. Parecía majo.


“¿No molesto?”


“¡En absoluto!” contestó un chico con el pelo claro.


“Nunca tenemos espectadores, así que está bien mientras no nos distraigas” añadió un chico muy alto con gafas. Me era imposible memorizarme todos esos nombres de una sola vez…


Durante el entrenamiento de los chicos, pude observar su gran pasión por el volleyball, y también pude ver el terrible combo de dos jugadores, uno alto y otro moreno. Parece que no se acababan de llevar, pero, juntos, eran como una explosión de dinamita. Nunca antes había visto nada parecido.


En cuanto a Asahi, no era para nada el chico que describían la gente de clase. Se le veía muy amigable, amable y parecía evitar las peleas en vez de buscarlas, como se oía decir por el ins-tituto. Al menos esa fue la impresión que tuve cuando lo vi entrenando junto a sus compa-ñeros, quienes le trataban como a un amigo.


Con la tontería, se hizo tarde. Me quedé durante todo el entrenamiento sin darme cuenta. La gente se comenzó a irse de allí mientras yo volvía en sí y trataba de darme cuenta de que ya era de noche.


“¿Te acompaño a tu casa?” me preguntó Asahi mientras se acercaba hacia mí, cogiendo su mo-chila de clase y su bolsa de deportes.


“No vivo cerca del instituto…”


“Bueno, mi consciencia no quedará tranquila si vas sola por la calle a estas horas.” sonrió. Me sonrojé un poco. La verdad es que siempre me han gustado esa clase de detalles en los chicos.


“Bueno… Si insistes no me podré negar…”


Me acompañó todo el camino de vuelta, a pesar de que era cerca de una hora caminando. Me sentí un poco mal por él porque tuvo que hacer todo ese camino y quizás tenía que deshacerlo después de dejarme.


“Es ésta.” Le dije parándome en la entrada de mi casa. “Bueno… Gracias por todo… Me siento algo mal por ti…”


“No te preocupes.” dijo sonriendo. Dio un poco de marcha atrás y añadió: “¡Espero verte mañana otra vez en el entrenamiento!” y con un <<hasta mañana>> desapareció por el fondo de la oscura calle de mi barrio.


Me quedé un instante allí plantada pensando en lo que había dicho y luego, como despertando de un sueño, me esmeré en entrar en casa. Saludé a mis padres y a mi hermano pequeño, que estaban cenando y subí a mi cuarto con la excusa de que no tenía hambre. Una vez en mi cuarto, me tiré en la cama y abracé a uno de mis peluches, mientras pensaba en lo que había sucedido cuando llegamos a mi casa. Estuve dándole vueltas y vueltas al asunto y a todo el día en general cuando llegué a una sola conclusión: estaba comenzando a enamorarme de él.


Continuará...

domingo, 31 de octubre de 2010

Tempestad

Capítulo 1:

Quedaba poco para que Samantha diera a luz. Ya había roto aguas y se dirigía al hospital con su recién marido Alex. Iban todo lo rápido que podían respetando el límite de velocidad, y aun faltaban unos cientos de metros. Samantha seguía inspirando y expirando como le recordaba su marido mientras iba conduciendo. Llegaron al hospital y enseguida les trajeron una silla de ruedas para trasladarla urgentemente a la zona de partos de maternidad. Mientras la iban preparando para el parto e iban esperando la dilatación del cuello de útero para ponerse en marcha, pero Samantha ya iba notado dolores. Cuando el cuello de útero se dilató lo bastante, los médicos se pusieron manos a la obra y ella comenzó a empujar. Pero el dolor aumentaba excesivamente a medida que ella iba empujando más, y el dolor aumentaba progresivamente. Era como si le extirpasen el útero por dentro, un dolor insoportable y que además lo afirmaba la sangre que la joven soltaba. El bebé no quería salir. Parecía que se estaba sujetando con algo afilado al útero de su madre, quizás no era cierto, pero lo parecía. Alex, que estaba a su lado, cuando vieron el estado de su mujer desangrándose, le hicieron salir de la sala. Pese a las medidas que le iban aplicando los médicos, se seguía desangrando y no tuvieron otro remedio que hacerle la cesárea que salvaría al niño. En sólo sacarlo del útero de su madre, ésta murió desangrada. Los médicos no se lo podían explicar. El útero estaba todo extirpado, llenos de lo que parecían arañazos. Miraron al niño, pero no le vieron nada indiferente y tuvieron que dejarle estar. Cuando los médicos le explicaron el fallecimiento de su recién esposa a Alex, le dio por llorar cuando nunca en la vida lo hizo y al tranquilizarse, llamó a Tía Cecilia para que se ocupara del niño.

Tía Ceci llegó al cabo de poco rato, y sustituyó al turno de guardia de Alex. Alex se dirigió hacia el desván, cogió una cuerda y comenzó a preparar su suicidio. Cuando la cuerda estuvo preparada, puso una caja debajo con una carta que escribió posteriormente para la Tía Ceci sobre el bebé y el poner fin a su vida. Mientras, ella se entretenía poniéndole caritas al niño recién nacido y éste le reía. Habían pasado cinco minutos y él todavía no había vuelto. Tía Ceci pidió  a un médico que fuera a ver si estaba bien, quién aceptó y enseguida fue a comprobarlo. El mismo médico apareció enseguida  por la puerta alarmado y con un papel en la mano.

-Creo que debería leer esta carta, señora Thunder...-le expandió la carta el médico.

<<Querida Tía Ceci:

Siento que te hayas enterado así, por medio de esta carta, pero tras la muerte de mi amada Sam, he decidido ponerle fin a mi vida. Te encargo al niño para que lo eduques y lo cuides, y hasta que le pongas nombre. Cuando sea niño, vigílale que no haga trastadas, cuando sea adolescente, que no vuelva muy tarde, y cuando sea adulto, que se case con la mujer que más ame en su vida... No permitiría que su vida fuera un caos.

Con cariño, el padre del niño,
Alexander.

P.D.: No lloréis por mí por favor... Lo decidí así.>>



Tía Ceci dejó caer una lágrima por su cara y cogió en brazos al niño. Se fijó en el extraño color de sus ojos.

-Vaya, vaya... Así que has tenido que ser tu quién heredase ése carácter oculto... Nunca pensé que volverían a existir después de la muerte de tu abuelo.-y mientras le comenzaba a cantar una nana, añadió:-Te voy a llamar... Derek.



To be continued